MANUSCRITOS ECONÓMICO-FILOSÓFICOS DE 1844 (Karl Marx)
¿Qué dice Marx sobre el salario?
El salario se determina por la lucha hostil entre el capitalista y el trabajador. El capitalista puede vivir más tiempo sin el trabajador que el trabajador sin el capitalista. la unión entre los capitalistas es habitual y efectiva; la de los trabajadores está prohibida y les trae malas consecuencias.
Además, el terrateniente y el capitalista pueden añadir a sus rentas ventajas industriales; el trabajador, en cambio, no puede agregar a su ingreso industrial ni la renta de la tierra ni los intereses del capital. De ahí, que la competencia entre los trabajadores sea tan grande. Por lo tanto, la separación entre capital, propiedad de la tierra y trabajo solo es necesaria, esencial y perjudicial para el trabajador.
La subsistencia del trabajador y el capitalista
La tasa mínima y la única necesaria para el salario es la subsistencia del trabajador, y su familia, durante el tiempo que trabaje para el capitalista. Así, el sector proletario no se extingue. La demanda de hombres regula necesariamente la producción de los hombres, como la de cualquier otra mercancía. Si la oferta es mucho mayor que la demanda, una parte de los trabajadores cae en la mendicidad. El trabajador, dice Marx, ha transformado en una mercancía y tiene suerte si puede venderse. Y la demanda, de la cual depende el trabajador, depende del humor de los ricos y capitalistas. Si la cantidad de la oferta supera la demanda, entonces una de las partes que constituyen el precio, el beneficio, la renta de la tierra, el salario, es pagado por debajo del precio.
La capacidad del capitalista de dar a su capital otra dirección deja sin pan al trabajador, limitado a una determinada rama laboral, o lo obliga a someterse a todas las exigencias de ese capitalista. El trabajador no precisa ganar necesariamente con la ganancia del capitalista, pero pierde necesariamente con ella. Además, los precios del trabajo son mucho más constantes que los precios de los víveres.
Cabe destacar que cuando sufren por igual el trabajador y el capitalista, el trabajador lo hace por su existencia y el capitalista por su dinero. El trabajador no sólo debe luchar por sus medios de subsistencia física, sino por conseguir trabajo; es decir, por los medios que le permitan realizar su actividad.
Los 3 Estados de la sociedad
Tomemos los tres estados principales en los que pueda encontrarse la sociedad y consideremos la situación del trabajador dentro de ella.
1- Si la riqueza de la sociedad disminuye, el trabajador sufre más que nadie. Si bien la clase obrera no puede ganar como el capitalista en un estado de prosperidad, en la declinación nadie sufre como el trabajador.
2- Una sociedad en la que la riqueza progresa es el único estado favorable para el trabajador. La demanda de trabajadores supera su oferta, pero el alza del salario produce un exceso de trabajo entre los trabajadores. Cuanto más quieren ganar, tanto más deben sacrificar su tiempo, realizando un trabajo de esclavos al servicio de la codicia, acortando su tiempo de vida. Este acortamiento de tiempo de vida de los trabajadores constituye una circunstancia favorable para toda la clase trabajadora, porque de este modo se necesita siempre una nueva oferta.
La sociedad se encuentra en estado de progresivo enriquecimiento cuando hay un crecimiento de los capitales y las rentas de un país. Pero esto solo es posible debido a que se acumula mucho trabajo, porque el capital es trabajo acumulado. La acumulación del capital, aumenta la división del trabajo y esta aumenta el número de trabajadores; inversamente, el número de trabajadores aumenta la división del trabajo como la división del trabajo aumenta la acumulación de capitales.
Con esta acumulación de capitales por un lado y la división de trabajo por el otro, el trabajador se vuelve más puramente dependiente del trabajo, y de un trabajo determinado. El hombre se asemeja a una máquina. Se vuelve más dependiente de todas las fluctuaciones del precio del mercado, de la aplicación de los capitales y del humor de los ricos. la competencia entre los trabajadores aumenta a raíz del incremento de la clase de hombres que sólo trabajan y el precio del salario por tanto baja.
Los grandes capitalistas arruinan a los pequeños, y una parte de los que una vez fueron capitalistas desciende hasta la clase trabajadora, la cual, mediante el arribo de nuevos miembros, vuelve a sufrir una baja de salario y cae en mayor dependencia respecto de los pocos grandes capitalistas. En tanto que la cantidad de capitalistas se ha reducido, su competencia por conseguir trabajadores casi no existe; por eso una parte de los trabajadores cae necesariamente en la mendicidad o en la inanición.
¿Qué es el trabajo alienado de Marx?
El trabajador se torna más pobre cuanta más riqueza produce, con cuanto mayor poder y volumen incrementa su producción. Se convierte en una mercancía tanto más barata cuanta más mercancía produce. La desvalorización del mundo del hombre crece en proporción directa a la valorización del mundo de las cosas. El trabajador no sólo produce mercancías, se produce a sí mismo y al trabajador como una mercancía y, por cierto, en la proporción en que produce mercancías.
El objeto que produce el trabajo, su producto, se enfrenta al trabajo como un ser ajeno, como una fuerza independiente del producto. El producto del trabajo que se ha fijado, que se ha materializado en un objeto, es la objetivación del trabajo. Esta realización del trabajo aparece como desrealización del trabajador; la objetivación como pérdida del objeto y como sometimiento servil a él, la apropiación como alienación, como enajenación.
La apropiación del objeto aparece a tal punto como alienación que, cuanto más objetos produce el trabajador, tanto menos puede poseer, y tanto más se encuentra sometido al dominio de su producto, del capital.
Cuanto más se ejercita el trabajador, más poderoso se vuelve el mundo ajeno, objetivo, que crece ante sí; tanto más pobre se torna él mismo, su mundo interior; es tanto menos dueño de sí mismo. El trabajador pone su vida en el objeto; pero aquella ya no le pertenece a él, sino al objeto. Cuanto mayor es, pues, esa actividad, tanto más desprovisto se encuentra el trabajador. La enajenación del trabajador en su producto significa no sólo que el trabajo de aquel se convierte en objeto, sino también que aquella vida que el trabajador ha concedido al objeto se le enfrenta como algo hostil y ajeno. Produce palacios, pero cavernas para el trabajador. Suprime trabajo introduciendo máquinas, pero hace retroceder a una parte de los trabajadores a un trabajo bárbaro, en tanto convierte a la otra parte en máquinas.
La alienación no sólo se da en el resultado del trabajo sino dentro de la propia actividad productora. Si el producto del trabajo es la enajenación, la producción misma debe ser la enajenación activa, la enajenación de la actividad, la actividad de la enajenación. La enajenación del trabajo consiste, primero, en que el trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su esencia; consiste, por ende, en que el trabajador no se afirma en su trabajo, se niega, no se siente bien sino desdichado; no desarrolla ninguna energía física y espiritual libre, sino que maltrata su físico y arruina su espíritu. El trabajador sólo siente, por ello, que esta junto a sí mismo fuera del trabajo, y que en el trabajo está fuera de sí. Su trabajo no es voluntario, sino forzado. Por ello, no es la satisfacción de una necesidad, sino un medio para satisfacer necesidades externas al trabajo.
Se llega al resultado de que hombre solo siente que actúa libremente en sus funciones animales (comer, beber, procrear), y en sus funciones humanas solo se siente un animal. Lo animal se convierte en humano, y lo humano en animal. Existe una tercera determinación del trabajo alienado, que se desprende de las dos anteriores:
Alienación del género según Marx
El animal está inmediatamente unido a su actividad vital. No se diferencia de ella, es ella. El hombre convierte su actividad vital misma en objeto de voluntad y de su conciencia. Tiene una actividad vital consciente la cual diferencia inmediatamente al hombre de la actividad vital animal.
Por eso el hombre es un ser genérico. Solo por eso su actividad es libre. El trabajo alienado invierte esa relación, y hace al hombre, precisamente por que es un ser consciente, convierta su actividad vital, su ser, en mero medio para su existencia.
Es a través de la elaboración del mundo objetivo que el hombre se prueba verdaderamente en cuanto ser genérico. A través de dicha elaboración, la naturaleza aparece como la obra y la realidad del hombre. el objeto es la objetivación de la vida genérica del hombre: en la medida que este no solo se duplica intelectualmente, sino de modo activo, real; y por eso, se contempla a sí mismo en un mundo por él creado. Por ende, en la medida en que el trabajo alienado despoja al hombre del objeto de su producción, lo despoja de su vida genérica, su verdadera objetividad genérica y transforma su preeminencia por sobre el animal en la desventaja de que le es arrebatada su vida inorgánica, la naturaleza.
La alienación del hombre respecto del propio hombre
es una consecuencia inmediata de que al hombre le sea alienado el producto de su trabajo, de su actividad vital, de su ser genérico. La pregunta que se hace Marx es la siguiente: ¿Si el producto de mi trabajo y mi propia actividad me son ajenos, a quién le pertenecen? El ser ajeno al que le pertenecen el trabajo y el producto del trabajo no son los dioses (aunque en varias civilizaciones se ha trabajado “para ellos” aunque estos no eran los amos de los trabajadores) ni tampoco la naturaleza: sólo puede ser el propio hombre, pero uno distinto del trabajador, por eso la actividad y su producto le resultan ajenas.
A través del trabajo alienado, el hombre genera, pues, no sólo su relación con el objeto y el acto de la producción como fuerzas ajenas y hostiles a él; también genera la relación en que otros hombres se encuentran con su propia producción y su propio producto y la relación con que el se encuentra con estos otros hombres. Así como se ve alienado de su propia actividad, así también se apodera de una actividad que no le es propia, y que le ha arrebatado a otro.
La propiedad privada y la alienación
La propiedad privada es producto del trabajo enajenado, de la relación externa del trabajador con la naturaleza y consigo mismo. La propiedad privada es, por un lado, el producto del trabajo enajenado y, por otro, es el medio a través del cual el trabajador se enajena.
Por otro lado, el salario y la propiedad privada son idénticos: pues el salario es una consecuencia necesaria de la alienación del trabajo, así como, pues, en el salario, también el trabajo aparece, no como un fin en sí mismo, sino como servidor del salario.
Una alza de los salarios no sería, pues, sino un mejor salario para los esclavos, y no habría conquistado ni para el trabajador ni para el trabajo la determinación y dignidad humana.
La igualdad de salarios sólo transforma la relación del trabajador actual con su trabajo en relación de todos los hombres con el trabajo. El salario es una consecuencia inmediata del trabajo alienado y este es la causa inmediata de la propiedad privada. En consecuencia, si cae un lado; debe caer también el otro.
De la relación entre el trabajo alienado y la propiedad privada se deriva que la emancipación de la sociedad respecto de la propiedad privada, de la condición servil, se expresa bajo la forma política de la emancipación de los trabajadores, no como si se tratara solo de la emancipación de estos, sino porque en la emancipación de los trabajadores contenida la emancipación humana universal; pero esta se encuentra contenida en aquella, porque la condición servil de toda la humanidad está implicada en la relación del trabajador con la producción, y todas las condiciones serviles son solo modificaciones y consecuencias de esta relación.
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