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sábado, 13 de marzo de 2021

¿Cuáles son las aportaciones de David Hume?

¿Cuáles son las aportaciones de David Hume? El empirismo en la psicología


No se nos puede inducir a creer en una cuestión de hecho, a menos que su causa o efecto nos estén presentes; pocas personas han tenido, sin embargo, la curiosidad de preguntarse cual es la creencia basada en la relación causa y efecto. 


En opinión de Hume, el siguiente dilema es inevitable: o la creencia es una nueva idea que unimos a la simple aprehensión de un objeto, o es simplemente una afección o sentimiento. Hay argumentos que demuestran que no se trata de una nueva idea unida a la simple aprehensión. 

En primer lugar, no tenemos idea alguna de existencia que sea distinguible y separada de los objetos particulares, por lo que es imposible que esta idea de existencia se añada a la idea de un objeto o establezca diferencia alguna entre simple aprehensión y creencia. 

En segundo lugar, la mente posee el dominio de todas sus ideas y puede separarlas, unirlas, mezclarlas y variar su posición como desee, de modo que si la creencia consistiera solamente en una idea añadida a la aprehensión, cualquier hombre podría creer lo que quisiera. 



Creencias según Hume

Por tanto, podemos concluir, que la creencia consiste meramente en una cierta afección o sentimiento, algo independiente de la voluntad y que se debe a ciertas causas y principios determinados que están fuera de nuestro poder. Y cuando decimos que no creemos en ese hecho, lo que decimos es que los argumentos en su favor no producen ese sentimiento.


Hume se pregunta acerca de cual es la naturaleza de este sentimiento y si será análogo a cualquier otro sentimiento de la vida humana. Hume concluye que se aproximan más a las impresiones inmediatamente presentes que y son, por tanto, análogas a muchas operaciones de la mente. 

En su opinión, es imposible escapar a esta conclusión, a menos que afirmemos que la creencia consiste en alguna impresión o sentimiento distinguible de la aprehensión, pero que no modifica en nada a esta última, haciéndola tan solo más patente e intensa. Así, solo se uniría a ella del mismo modo que la voluntad y el deseo se añaden a la concepción particular del bien o del placer.



A lo que Hume expone consideraciones para refutar esa hipótesis. 

En primer lugar, se opone directamente a la experiencia y a nuestra conciencia inmediata. Siempre se ha dicho que el razonamiento no consiste sino en una operación de nuestros pensamientos o ideas. Y por mucho que nuestros pensamientos modifiquen esas ideas no entraran en nuestras conclusiones sino ideas o concepciones más débiles.

En segundo lugar, hay que admitir que la mente capta más firmemente o concibe de modo más estable lo que considera como cuestión de hecho que las ficciones.

En tercer lugar, nosotros podemos explicar las causas de una firme aprehensión, pero no los de impresión aislada.

En cuarto lugar, al influir los efectos de la creencia en las pasiones y la imaginación pueden ser explicados partiendo de la firme aprehensión sin que haya necesidad de recurrir a ningún otro principio.

Por otro lado, cuando hablamos del “yo”, debemos tener una idea conectada con esos términos, sino serian completamente ininteligibles pero no tenemos impresión alguna de un “yo” o sustancia como simple o individual.

Todas las ideas se derivan de impresiones anteriores. Por tanto, las ideas que tenemos de los objeto se derivan de esa fuente. Los objetos existen distinta e independientemente sin tener en común ninguna sustancia simple o sujeto de adhesión. Por consiguiente esta proposición es absurda porque respecta a las percepciones.

En conclusión, hay dos principios que no pueden ser compatibles. Estos principios son: todas

nuestras percepciones distintas son existencias distintas y que la mente no percibe jamás conexión alguna entre existencias distintas. La única relación que advierte es la que establece la imaginación por la memoria y el hábito.



Algunos problemas del planteo Humeano del “yo”


La identificación que realiza Hume entre el “yo” y los contenidos de las percepciones trae a colación el problema de poder limitar mis percepciones. ¿Cuáles son mis percepciones y cuáles de otra persona? 

Siguiendo a Hume, si dos personas tienen exactamente las mismas percepciones diríamos que se trata de la misma persona. Podríamos decir que no, que probablemente las asociaciones de ideas y percepciones que cada uno experimenta al estar sometido a las mismas percepciones sean diferentes. Sin embargo, debemos reconocer que nuestra respuesta, por más obvia que resulte, es una respuesta de hecho, pero de ninguna manera una justificación.

La imaginación y la memoria no parecen encontrarse en el mismo nivel que las percepciones, pues de lo contrario, no se explicaría que funcionen de ese modo: uniendo las experiencias múltiples.

Parece que debe existir alguna clase de actor que, con su imaginación y memoria, combine las ideas de manera tal que produzcan objetos y conceptos nuevos. Pero para combinar esas ideas, alguien tuvo que tener experiencias repetidas, y esto puede darse en “yo” que perdure temporalmente. También parece que Hume se olvidó del cuerpo; si no lo consideramos 



¿Cómo podemos distinguir la memoria de la fantasía?

  • Todos necesitamos una identidad para poder vivir tranquilamente y relacionarnos, aunque Hume dice que la identidad no nos distingue

  • Fingimos el yo para sostener una continuidad donde hay una discontinuidad, necesitamos pensarnos como una continuidad para poder vivir

  • El yo es ficcional, necesitamos darle sentido a nuestra vida, es un problema gramatical.

  • Hume no tiene en cuenta la religión


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