Dudas escépticas acerca de las operaciones del
entendimiento de Hume
Todos los objetos de la razón e investigación humana pueden dividirse en dos grupos:
Relaciones de ideas: ciencias de la geometría, algebra y aritmética y, en resumen, toda afirmación que es intuitiva o demostrativamente cierta. Por ejemplo, “que el cuadrado de la hipotenusa es igual al cuadrado de los dos lados” es una proposición que expresa una relación entre estas partes del triángulo. Las proposiciones de esta clase pueden descubrirse por la mera operación del pensamiento, independientemente de lo que pueda ocurrir en cualquier parte del universo.
Cuestiones de hecho: parecen fundarse en la relación causa-efecto. Tan solo por medio de esta relación podemos ir más allá de la evidencia de nuestra memoria y sentidos. Por ejemplo, un hombre que se encuentra un reloj en una isla desierta sacaría la conclusión de que en alguna ocasión hubo un hombre en aquella isla. Todos nuestros razonamientos acerca de los hechos son de la misma naturaleza. En ellos se supone constantemente que hay una conexión entre el hecho presente y el que se infiere de él.
Argumentos del escepticismo (Hume)
El conocimiento de esta relación en ningún caso se alcanza por razonamientos A PRIORI, sino que surge enteramente de la experiencia, cuando encontramos que objetos particulares cualesquiera están unidos entre sí. Por ejemplo, al presentarle un objeto desconocido a un hombre muy bien dotado de razón, este ni realizando el más meticuloso estudio, no será capaz de descubrir cualquiera de sus causas y efectos.
Ningún objeto revela por las cualidades que aparecen a los sentidos, ni las causas que lo produjeron, ni los objetos que surgen de él, ni puede nuestra razón, sin el auxilio de la experiencia, sacar inferencia alguna de la existencia real y de las cuestiones de hecho. Entonces “las causas y efectos no pueden descubrirse por la razón sino por la experiencia”.
Tendemos a imaginar que podríamos descubrir los efectos por la mera operación de nuestra razón, tal es el influjo del hábito.
Para convencernos de que todas las leyes de la naturaleza y todas las operaciones de los cuerpos, sin excepción, son conocidas solo por la experiencia, quizás sean suficientes las siguientes
reflexiones: entendimiento según hume
Si se nos presentara un objeto cualquiera y tuviéramos que pronunciarnos acerca del efecto que resultara de él, sin consultar observaciones previas, la mente procederá inventando o imaginando algún acontecimiento que pudiera considerar como el efecto de dicho objeto, invención por demás arbitraria. La mente nunca podrá encontrar el efecto en la supuesta causa por el escrutinio o el examen riguroso, pues el efecto es totalmente diferente a la causa y, en consecuencia, no puede ser descubierto en él.
Investigación sobre el entendimiento humano ejemplos
Por ejemplo, el movimiento en la segunda bola de billar, es un movimiento totalmente distinto al movimiento de la primera. En vano, pues, intentaríamos determinar cualquier acontecimiento singular, o inferir cualquier causa y efecto, sin la asistencia de la observación y de la experiencia.
Pero, dice Hume, aun después de haber tenido experiencia en las operaciones de causa y efecto, nuestras conclusiones, realizadas a partir de la experiencia, no están fundadas en el razonamiento o en proceso alguno del entendimiento.
Los sentidos nos comunican características de los objetos pero ni los sentidos ni la razón pueden informarnos de sus propiedades. Por ejemplo, no nos brindan información acerca de porque determinado alimento es adecuado o sostén del cuerpo; o nos proporcionan cierta idea del movimiento actual de los cuerpos pero no nos demuestran la fuerza o el poder que causa que un cuerpo se mantenga en movimiento continuo.
Pero a pesar de esta ignorancia de estos poderes y principios naturales, siempre suponemos, cuando vemos cualidades sensibles iguales, que tienen los mismos poderes ocultos, y esperamos que efectos semejantes a los que hemos experimentado se seguirán de ellas. Si se nos presentara un cuerpo de color y consistencia similar al pan que nos hemos comido previamente, con seguridad esperaremos sustento y nutrición semejantes. Este es un proceso del pensamiento que Hume quisiera conocer. No parece, por ejemplo, una conclusión necesaria que un trozo de pan similar al que me nutrió anteriormente, también haya de nutrirme.
Hay una conclusión alcanzada por la mente, un proceso de razonamiento y una inferencia que requiere explicación. Las dos proposiciones siguientes distan mucho de ser las mismas: “he encontrado que a tal objeto ha correspondido tal efecto y previo que otros objetos, que en apariencia son similares, serán acompañados por efectos similares”.
Todos los razonamientos pueden dividirse en dos clases: el razonamiento demostrativo o aquel que concierne a las relaciones de ideas y el razonamiento moral o aquel que se refiere a las cuestiones de hecho y existenciales. Que en este caso no hay argumentos demostrativos parece evidente, puesto que no implica contradicción alguna que el curso de la naturaleza llegara a cambiar, y que un objeto, aparentemente semejante a otro que hemos experimentado, pueda ser acompañado por efectos contrarios y distintos.
Solución escéptica a las dudas (Hume)
Siempre que la repetición de un acto u operación particular produce una propensión a renovar el mismo acto u operación, sin estar impelido por ningún razonamiento o proceso del razonamiento, decimos que esta propensión es el efecto de la costumbre.
Después de la conjunción constante de dos objetos, tan solo estamos determinados por la costumbre a esperar el uno por la aparición del otro. Todas las inferencias o conclusiones realizadas a partir de la experiencia son efecto de la costumbre y no del razonamiento.
¿Qué es la costumbre según Hume?
La costumbre es la gran guía de la vida humana. Este principio hace que nuestra experiencia nos sea útil y nos obliga a esperar en el futuro una serie de acontecimientos similares a los que han aparecido en el pasado. Sin el influjo de la experiencia estaríamos en total ignorancia de toda cuestión de hecho, más allá de lo inmediatamente presente a la memoria y a los sentidos.
Se sigue, por tanto, que la diferencia entre ficción y creencia reside en algún sentimiento o sensación que se añade a la última y que no depende de la voluntad ni puede manipularse a placer. Ha de ser suscitado por la naturaleza, como todos los demás sentimientos y ha de surgir de una situación particular, en la cual la mente se encuentra colocada en una coyuntura especial.
¿Qué son las creencias según Hume?
Cada vez que un objeto se presenta a la memoria o los sentidos, inmediatamente, por la fuerza de la costumbre, lleva a la imaginación a pensar ese objeto que normalmente le está unido. Y esta representación es acompañada por una sensación o sentimiento distinto de las divagaciones de la fantasía. En esto solo consiste la naturaleza de la creencia, pues como no hay cuestión de hecho en la que creamos firmemente como para que no podamos imaginar su contrario, no habría diferencia entre la representación aceptada y la que rechazamos sino hubiera un sentimiento que distinguiese la una de la otra.
Creencia es algo sentido por la mente que distingue las ideas del juicio de las ficciones de la imaginación. Les da más peso e influjo, les hace aparentar mayor importancia, las impone a la mente y las hace el principio regulador de nuestras acciones. La creencia surge de la relación causa-efecto.
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